domingo, 16 de agosto de 2009

La relación entre lo que pensamos y lo que creemos.



A veces suele pasar que pensamos de forma incidente a lo que creemos, de forma de que en armonía se establezca una especie de danza celestial entre ambos verbos, así la vida es menos complicada y va en vía a la plenitud espiritual. Esto si nos comemos el cuento de hay que pensar acorde a lo que nos han hecho creer y lo que no este en esa línea no sirve.



Tenemos que redimir esa actitud echa costumbre, creencia, hay que manifestar los pensamientos directamente en acciones, procesarlo de forma en que puedan ser reales, que las creencias sean subjetivas ala manifestación directa de los pensamientos bellos y melódicos de la mente.



Hay una distancia enorme entre las creencias que han sido impuesta implacablemente desde que éramos embriones, entre los fluidos y posteriormente en la placenta de nuestras hermosas madres, y entre las creencias adjudicadas mediante la libre expresión y la ruptura maliciosa y explosiva con las represiones que nos causaron las ya nombradas, hay una elección, una opción de tomar y fomentar en estas nuevas creencias una lógica precisa e individual, para avanzar entre los seres motorizados y aceitados que nos rodea, una mecánica animal.



Cuando caemos en la vorágine de tendencias humanas y moralmente correctas, ahí los pensamientos expiran hacia un manojo de rencor reprimido, absoluto y predominante, que cuando escapa se exterioriza la malicia que es la consecuencia de haber reprimido, controlado, anestesiado esos pensamientos.


Bueno esto es consecuencia de que un domingo por la noche mi cabeza comience a materializar pensamientos, manos en disposición a relatar cosas absurdas, hambre y alguna que otra preocupación de la vida monótona y subversiva que llevo.

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